CFC (combustible con filtro de partículas) es un combustible específico para vehículos diesel fabricados a partir de 2005 para reducir las emisiones de óxido de nitrógeno. Está diseñado para ayudar a reducir la acumulación de partículas en los motores diesel, también conocidas como partículas diesel, para satisfacer los requisitos de emisiones de los gobiernos. El CFC también proporciona un mejor rendimiento, aumenta la combustión y reduce el consumo de combustible del motor.
CFC significa "combustible fósil compacto". Estos combustibles son básicamente los mismos que los combustibles sólidos, excepto que su contenido de carbono es mayor y la energía es más concentrada. Estos tipos de combustibles producen una combustión casi completa, generando poca o ninguna emisión que dañe el medio ambiente. Esto los hace especialmente adecuados para vehículos de motor, tanto para propulsión como para combustible. Además, tienen un alto rendimiento energético, lo que significa que producen más energía por cada unidad de combustible usada. Es importante tener en cuenta que los combustibles fósiles son recursos finitos y su uso intensivo debe ser limitado para evitar el calentamiento global.
Actualmente, los combustibles fósiles compactos están siendo ampliamente usados para la propulsión de vehículos de motor, ya que se consideran una fuente de energía preferida sobre los combustibles líquidos. Los tipos más comunes de combustible fósil compacto usado para vehículos de motor son la gasolina, el diesel y el etanol.
Mientras que la gasolina es el combustible más comúnmente utilizado para vehículos de motor, el etanol se ha convertido en una alternativa atractiva para los motoristas a la hora de alimentar sus vehículos. El etanol es un combustible limpio que produce poca contaminación y es menos dañino para el medio ambiente. Además, el etanol es menos costoso que la gasolina, lo que lo convierte en una opción más barata para alimentar los vehículos de motor.
Los CFC son compuestos orgánicos clorados sintéticos. El término se usa para referirse a un grupo que incluye cientos de clorofluorocarbonos, una familia de compuestos químicos que se usan ampliamente en una variedad de aplicaciones. Estos químicos se utilizan principalmente como agentes de propulsión en los aerosoles, como inhibidores de la corrosión para los materiales metálicos, como refrigerantes, para la producción de plásticos y productos tales como telas, espumas y productos alimenticios.
Los CFC se inventaron en 1928 por el químico alemán, Ferdinand Ernst Freidrich Bayer. Desde su introducción al mercado en los años 60, se han convertido en uno de los refrigerantes industriales más populares debido a su bajo costo y al hecho de que son fácilmente dispersables en el aire. Durante décadas, se ha utilizado en refrigeradores y aire acondicionado, y también se ha extendido su uso para proporcionar una fuente de propulsión para los aerosoles de varios productos de limpieza, peluquería y cuidado personal.
A finales de los años 80 se adoptaron varias regulaciones para limitar el uso de los CFC en aerosoles por preocupaciones medioambientales, y después comenzaron a reemplazarse por otros compuestos no CFC que no dañan la capa de ozono. A pesar de que algunos países anunciaron completamente el uso de los CFC, se sigue usando en algunas aplicaciones. Sin embargo, la producción anual era aproximadamente de la mitad de lo que era en el año 2000.
Los Clorofluorocarbonos (CFC), también conocidos como ozonoides o refrigerantes, pueden provocar graves daños al medio ambiente. Estas sustancias químicas son altamente reactivas en la atmósfera, y pueden dañar la capa de ozono, donde tienen el efecto de reducir la protección que ésta brinda frente a los perjudiciales rayos ultravioleta. Estas radiaciones pueden provocar enfermedades propias de la piel, reduciendo la cantidad de ozono en la estratosfera.
Los CFC son usados como refrigerantes para componentes electrónicos y aire acondicionado en automóviles, así como también como aerosoles para limpieza, entre muchos otros usos. Con el tiempo, estos compuestos químicos son destruidos por los rayos ultravioleta, formando ácidos clorhídricos y cloroatmosférico entre sus productos de descomposición. Estos compuestos son los que realmente debilitan la capa de ozono. Es importante que los CFC sean reemplazados por alternativas más amigables con el medio ambiente.
Aunque los CFC han sido desarrollados hace mucho tiempo, su uso no se ha extinguido completamente. Algunos fabricantes siguen usando estos compuestos debido a su bajo costo frente a las nuevas alternativas. Por lo tanto, sigue habiendo riesgos de daño al entorno por la presencia de estas sustancias en nuestra atmósfera. Por ende, es importante estar al tanto del uso que se le da a los CFC en cualquier aplicación y seguir recomendaciones por parte de los fabricantes para su uso responsable.